jueves, 20 de junio de 2013

El monóxido de carbono: un asesino silencioso. Cómo prevenirse

Al menos cinco personas murieron intoxicadas por inhalar monóxido de carbono en las ciudades de Río Cuarto y La Plata, en medio de la ola de frío intenso que, según previsiones meteorológicas, seguirá hasta el jueves.

Ante la llegada del invierno y el peligro de las estufas en mal estado, una guía para saber cuáles son los síntomas de una intoxicación
    
A esta altura del año, con la temperatura en franco descenso y la consiguiente necesidad de calefaccionar nuestros hogares, es imprescindible tomar conocimiento de las precauciones necesarias para prevenir intoxicaciones debidas a la inhalación de monóxido de carbono. No es un tema menor. La exposición a concentraciones elevadas de monóxido de carbono puede resultar mortal en períodos de tiempo sumamente breves, lo cual se verifica en cientos de hogares, año tras año, a lo largo y a lo ancho del país.
El monóxido de carbono se origina a partir de la combustión incompleta de elementos como el gas natural, la madera, el carbón o el kerosene. Su propagación dentro de los ambientes que habitamos suele producirse como consecuencia del mal estado de los artefactos utilizados para calefaccionarnos, de su ubicación en lugares inadecuados, o a causa de una incorrecta ventilación de los mismos. El monóxido de carbono es un gas inodoro, incoloro e insípido, que no produce irritación ocular ni tos, por lo que su presencia suele pasar desapercibida. De ahí su altísima peligrosidad.

Al respirar, el oxígeno presente en el aire se une normalmente a la hemoglobina, una proteína ubicada en el interior de los glóbulos rojos de la sangre, para luego ser transportado desde los pulmones hacia los diferentes tejidos del cuerpo a través del torrente sanguíneo. Ante la presencia de niveles elevados de monóxido de carbono en el aire, sin embargo, la hemoglobina deja de lado al oxígeno para combinarse con el monóxido de carbono, ya que posee con éste una mayor afinidad. De este modo, el ingreso vital del oxígeno al torrente sanguíneo y, por su intermedio, a los tejidos y órganos del cuerpo, se ve severamente restringido, lo cual puede derivar en un paro cardiorespiratorio.

Pero si bien su presencia no puede ser notada a través de nuestros sentidos, la inhalación de niveles elevados de monóxido de carbono sí produce una serie de síntomas ante los que debemos estar alertas, como la aparición de un fuerte dolor de cabeza, posibles náuseas y vómitos, así como mareos acompañados por una sensación de debilidad y cansancio, proceso que suele culminar en la pérdida del conocimiento.

Por ello, en caso de presentarse esta sintomatología dentro de ambientes cerrados, la persona afectada debe abandonar inmediatamente el lugar y concurrir a un espacio abierto donde pueda respirar aire fresco. Luego, en todos los casos, deberá ser conducida al hospital más cercano, donde se le administrará el tratamiento adecuado para evitar las complicaciones y las posibles secuelas de la intoxicación.

No obstante la peligrosidad de este verdadero asesino silencioso, existen medidas sencillas y accesibles para evitar un accidente en nuestros hogares.

Si no lo hemos hecho ya, antes de desempolvar y volver a encender los artefactos que permanecieron en desuso desde la última temporada invernal debemos efectuar, como primera medida, un control riguroso sobre los mismos a través de un gasista matriculado. Esto vale para todo tipo de estufas, tanto catalíticas como pantallas infrarrojas, así como para las salidas al exterior de los calefones, termotanques y calefactores de tiro balanceado, los cuales tienen que ser revisados al menos una vez al año.

El uso de salamandras y de braseros o estufas a kerosene, por su parte, debe ser evitado. De no ser esto posible, los mismos deben ser utilizados únicamente durante el día para luego ser apagados y retirados del ambiente antes de dormir, ya que pueden seguir liberando monóxido de carbono aún luego de haber sido puestos fuera de funcionamiento.

Los ambientes deben mantenerse permanentemente ventilados. La existencia de un espacio para que el aire circule y se renueve suele ser suficiente para evitar un desenlace fatal en caso de producirse las emanaciones tóxicas.

En el caso de dormitorios y baños, está absolutamente prohibido utilizar cualquier tipo de artefacto que no sea tiro balanceado. Tampoco deben utilizarse las hornallas de la cocina o el horno para calefaccionar los ambientes del hogar.

Una señal de la combustión inadecuada del gas natural puede notarse en el color de la llama. Esta debe mantener siempre un color azul brillante. Si, por el contrario, presenta una intensa coloración rojiza o anaranjada, el artefacto debe ser revisado de inmediato. Lo mismo si el piloto se apaga con frecuencia.

Fuente: Diario La Nación