Científicos
argentinos descubrieron que para que los recuerdos permanezcan durante mucho
tiempo en la memoria deben estar asociados a un evento novedoso una hora antes
o después del hecho, lo que proporciona a las neuronas “una síntesis de
proteínas” extra que hace que la memoria sea más duradera.
Fabricio Ballarini, becario posdoctoral del CONICET, precisó
que a raíz de descubrimientos en roedores en los que se veía que “distintos
tipos de memoria mejoraban a partir de la asociación con una actividad
novedosa”, decidió estudiar “si esos mismos hallazgos podían observarse en
humanos y, en ese caso, lo útiles que podrían resultar para el sistema
educativo”.
“Lo que no estaba claro era como hacía la neurona para
guardar esos recuerdos o sostener una conexión sináptica en el tiempo, por lo
que elaboramos la hipótesis del `etiquetado conductual`, que trata de explicar
de qué manera se pueden guardar los recuerdos”, dijo el investigador.
El doctor Ballarini, de 34 años, explicó que para que los
recuerdos perduren se necesita la síntesis de proteínas dentro de las neuronas.
“Una memoria que dura pocas horas puede ser reforzada por
otro evento novedoso que le brinde esas proteínas, y transformarse así en una
memoria duradera o a largo término. En otras palabras, la novedad ayuda a
consolidar ese recuerdo que de otra manera se perdería”, precisó.
A partir de estos descubrimientos, el equipo de Ballarini se
propuso realizar experimentos en alumnos de escuelas primarias.
“Dado que nuestra hipótesis estaba relacionada con los
efectos de la novedad sobre un aprendizaje, razonamos que los niños se
sorprenden más fácil que los adultos”, aseguró.
Cuestionarios realizados a 1600 estudiantes de segundo a
cuarto grado de ocho escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires,
permitieron inferir que la memoria de largo término puede ser mejorada mediante
la experiencia de una clase novedosa de unos 15 minutos de duración, brindada
una hora antes o una hora después del aprendizaje.
“Las actividades novedosas que probamos fueron dos, una
clase de ciencia o una clase de música de entre 15 y 20 minutos. Al otro día se
tomó un examen y descubrimos que los alumnos que presenciaron el evento
novedoso memorizaron mucho más efectivamente que quienes no lo presenciaron”,
comentó Ballarini.
El investigador destacó que “quedamos realmente fascinados
por los resultados, ya que cuando analizamos los datos, observamos que la
proporción de chicos que respondía correctamente aumentaba un 200% en aquellos
que habían tenido una novedad”.
“Entonces mediante esta simple y breve estrategia y sin
ningún tipo de esfuerzo extra los alumnos mejoraban su memoria”, remarcó.
Ballarini, quien actualmente trabaja en el laboratorio de
Memoria de la facultad de Medicina de la UBA, agregó que “cuando la novedad se
da a tiempos lejanos (4 horas antes o después) no se notan mejoras” y precisó
además que tiene evidencias de que este mecanismo funciona en distintas edades.
“Sólo hay que encontrar el efecto novedoso adecuado para que
sea acorde con la edad”, aseguró.
El investigador consideró que “es fantástico que la novedad
pueda aplicarse una hora antes o una hora después del aprendizaje que uno
quiere mejorar” por lo que la indicación que se les puede dar a las maestras es
que “cuando sepan que existe un contenido dificultoso para los alumnos,
deberían generar una actividad novedosa que los saque de la rutina”.
“Lo que pretendemos es no sólo demostrar que el fenómeno es
aplicable a cualquier edad y a cualquier aprendizaje, sino que los docentes lo
puedan emplear y que el sistema educativo sea consciente de la facilidad y las
ventajas que tiene ésta estrategia”, concluyó.
Aprendizajes: los investigadores argentinos demostraron que el fenómeno
detectado es aplicable a cualquier edad y a cualquier tipo de aprendizaje
Fuente: Diario El Día