Las nuevas
recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tienen por
objetivo ayudar a los profesionales sanitarios a prestar una mejor atención a
los más de 200 millones de mujeres y niñas que hay en el mundo con mutilaciones
genitales.
Por mutilación genital femenina (MGF) se entienden todos los
procedimientos que implican la extirpación parcial o total de los genitales
externos u otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos.
La MGF no tiene beneficios para la salud, puede causar graves daños y viola los
derechos de las mujeres y niñas. Los procedimientos utilizados pueden causar
hemorragias graves, problemas urinarios y, a largo plazo, quistes, infecciones
y muerte. La MGF también puede producir complicaciones en el parto y un aumento
del riesgo de muerte del recién nacido.
Las migraciones internacionales han convertido la práctica,
prevalente en 30 países africanos y algunos países asiáticos y de Oriente
Medio, en un problema sanitario mundial.
Necesidad de atención sanitaria
Los profesionales sanitarios del mundo tienen que estar
preparados para atender a mujeres y niñas con MGF, pero a menudo desconocen sus
muchas consecuencias negativas para la salud, y muchos no están suficientemente
capacitados para reconocerlas y tratarlas adecuadamente. En consecuencia,
muchas mujeres pueden sufrir innecesariamente consecuencias físicas y mentales
de la MGF.
“Los profesionales sanitarios tienen una función crucial
para ayudar a resolver este problema de salud mundial. Deben saber cómo
reconocer y hacer frente a las complicaciones de la MGF”, ha dicho la Dra.
Flavia Bustreo, Subdirectora General de la OMS. “El acceso a la información
correcta y una buena capacitación pueden ayudar a prevenir nuevos casos y a
garantizar que los millones de mujeres sometidas a MGF reciban la ayuda que
necesitan”.
Desde 1997 se vienen intensificando los esfuerzos
internacionales por detener la MGF mediante la investigación, el trabajo en las
comunidades, la revisión de los marcos jurídicos, el creciente apoyo político a
la extinción de la práctica, la creación de órganos internacionales de
seguimiento y la aprobación de resoluciones que la condenan. En 2007, el UNFPA
y el UNICEF iniciaron un Programa Conjunto sobre la Mutilación Genital Femenina
para acelerar el abandono de la práctica.
Las directrices de la OMS se basan en esos esfuerzos y
tratan de contribuir a ellos, destacando que se deben emprender acciones en
todos los sectores para detener la práctica y ayudar a quienes sufren sus
consecuencias.
Las recomendaciones se centran en la prevención y el
tratamiento de las complicaciones obstétricas; el tratamiento de los trastornos
depresivos y de ansiedad; la atención a la salud sexual femenina con medidas
como el asesoramiento, y la información y formación.
Las directrices también advierten contra la llamada “medicalización”
de la MGF, como ocurre cuando los padres le piden a los profesionales
sanitarios que realicen las intervenciones de MGF, creyendo que entonces serán
menos nocivas.
“Es esencial que los profesionales sanitarios no perpetúen
ellos mismos, inconscientemente, esta práctica nociva”, añade la Dra. Lale Say,
Coordinadora del Departamento de Salud Reproductiva e Investigaciones Conexas
de la OMS.
Estrategia mundial para impedir que el personal sanitario
practique mutilaciones sexuales femeninas
En 2010, en colaboración con el UNFPA, el UNICEF y otros
asociados, la OMS publicó una “Estrategia mundial para impedir que el personal
sanitario practique mutilaciones sexuales femeninas”.
Una medida fundamental para prevenir la medicalización de la
MGF es la creación de protocolos, manuales y directrices para los profesionales
sanitarios en los que se especifique qué deben hacer cuando los padres y otros
familiares les pidan que practiquen una MGF a una niña, o cuando las propias
mujeres afectadas soliciten una reinfibulación tras el parto.
Las directrices también destacan la necesidad de más
investigaciones para mejorar las prácticas basadas en evidencias, de modo que
los profesionales sanitarios puedan tratar mejor las complicaciones de la MGF y
la comunidad sanitaria esté mejor informada sobre los riesgos que conlleva, lo
cual también puede contribuir a trabajar eficazmente por la eliminación de esta
práctica nociva.
Entre las recomendaciones se incluyen:
- la desinfibulación para prevenir y tratar las complicaciones obstétricas, facilitar el parto y prevenir y tratar los problemas urinarios;
- las intervenciones de salud mental, en particular la terapia cognitiva-conductual y el apoyo psicológico, para tratar los trastornos depresivos y de ansiedad;
- las intervenciones de salud sexual femenina, entre ellas el asesoramiento sexual, para prevenir o tratar la disfunción sexual;
- la información y formación para todas las mujeres y niñas que han sufrido MGF, y la educación sanitaria y, cuando proceda, la información sobre la desinfibulación, tanto para los profesionales sanitarios como para las mujeres y niñas.
Fuente: Organización Mundial de la Salud