Para el Banco Mundial y la OMS, se cuadruplica la ganancia
en productividad.
Por algo así como 15 pesos que el sistema de salud argentino
invierta en asistir a las personas con síntomas depresivos o de ansiedad
recuperaría 60 pesos -o cuatro veces más- en capacidad productiva y calidad de
vida en los próximos años. Así parece una buena inversión, según coinciden los
autores de un informe que presentó el Banco Mundial en Washington durante una
reunión de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En realidad, los valores se estimaron en dólares y la
intención del estudio, publicado en The Lancet Psychiatry, les muestra por
primera vez a los gobiernos la importancia económica de atender los dos
trastornos de salud mental más comunes en la población mundial: la depresión y
la ansiedad. Una herramienta de la OMS, OneHealth, proyectó que por cada dólar
de inversión se recuperan 4 dólares en capacidad productiva en 15 años. Para
eso se usaron datos de 36 países.
Una de cada 10 personas convive con síntomas de depresión y
ansiedad. En escenarios de crisis o emergencias, eso crece a una de cada cinco
personas.
Un estudio reciente en The Lancet describió cómo los
trastornos mentales, con la depresión y la ansiedad a la cabeza, habían
avanzado hasta provocar un tercio de la discapacidad en la población y
compararse con las complicaciones cardiovasculares. Los autores, de Harvard y
el King's College de Londres, estimaron que los países invierten en salud
mental hasta el 0,4% de sus presupuestos.
En el nuevo estudio, ese valor es de entre 1 y 5 por ciento.
Ahí surgió, además, que ampliar la atención, en especial con las intervenciones
psicosociales y el uso de antidepresivos, costaría 147.000 millones de dólares.
Con eso, un país elevaría un 5% el presentismo laboral o educativo y la
productividad equivalente a 399.000 millones de dólares. Pero también mejoraría
la salud y la calidad de vida por unos 310.000 millones de dólares.
En Washington, distintos países, como Brasil, presentaron
políticas públicas en esa dirección: redes de atención psicosocial, con
detección temprana en la atención primaria, e intervenciones
cognitivo-conductuales breves para los casos leves a moderados y derivación a
especialistas en los casos graves.
"Es mejor que la gente esté sana. Pero el nuevo estudio
demuestra que también es económicamente conveniente porque mejora la
productividad de la población", explicó Dévora Kestel, titular de la
Unidad de Salud Mental y Consumo de Sustancias de la Organización Panamericana
de la Salud (OPS).
En diálogo con LA NACION desde Washington, agregó: "No
se conoce la envergadura del problema. La salud mental está tradicionalmente
asociada con la locura, los hospitales psiquiátricos, cuando los problemas más
comunes son la depresión y la ansiedad. Excepto en países como el nuestro [por
la Argentina], al que no va a un psicólogo lo miran raro. Es difícil que una
persona haga una consulta por salud mental si no es grave".
Kestel, que es argentina, recordó que más del 70% de la
población con depresión y más del 80% con ansiedad no reciben atención,
"cuando en una dolencia física eso sería excepcional. Pero en salud
mental, aún estamos más débiles".
En la región, los sobresaltos sociales, políticos y
económicos cíclicos generan inestabilidad y aumento de la violencia, factores
que en el tiempo incrementan el malestar y erosionan la capacidad de respuesta.
Según dijo Kestel, el 80% de la población con depresión y trastornos de
ansiedad vive en los países en vías de desarrollo, que son los que más
necesitan una población saludable y productiva para crecer.
"Estamos hablando de problemas que exigen una gama de
respuestas más amplia que la que se está usando. Es, por ejemplo, una depresión
que no es grave, pero que causa problemas a diario y necesita una intervención
breve y efectiva. Reservemos a los especialistas para los casos que más los
necesitan", finalizó la referente de la OPS.
Fuente: La Nación