Rodeado de sindicalistas, el Presidente anunció la
devolución de $ 2700 millones que retuvo el kirchnerismo; buscan atenuar los
reclamos en la calle.
Mauricio Macri miró entre la multitud hasta que encontró el
destinatario de un comentario nada inocente. "José Luis machacó y machacó
mucho con todo esto", dijo el Presidente, mientras José Luis Lingeri,
titular del sindicato de Sanidad, sonreía y recibía las palmadas cariñosas de
sus pares de otros gremios.
Con la presencia de referentes de las tres centrales que
confluirán en la CGT unificada el próximo lunes 22, aunque sin Hugo Moyano ni
Luis Barrionuevo, el Presidente anunció en el Salón Blanco de la Casa Rosada la
devolución de cerca de $ 30.000 millones adeudados por el Estado y retenidos
por el gobierno kirchnerista a las obras sociales que manejan los sindicatos.
La medida, que desde hacía dos meses venían negociando el
Gobierno y la cúpula sindical, llega en momentos en los que las protestas
gremiales comienzan a subir en intensidad, en protesta por los aumentos de
tarifas, el desempleo creciente y la inflación.
"Somos un mismo barco (...) si un sector pide que se le
contemplen situaciones (particulares), eso reduce las posibilidades de
crecimiento del resto. A la verdad hay que sumarle la solidaridad", dijo
Macri en lo que pareció ser una crítica ante los reclamos crecientes de gremios
y organizaciones ligadas al mundo del trabajo.
Sin perder sus gestos de satisfacción lo escuchaba buena
parte de la cúpula sindical: además de Lingeri, motor de los acuerdos, estaban
Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (Uocra), Antonio Caló (UOM), Ricardo
Cirielli (Aeronáuticos), Omar Plaini (Canillitas) y Armando Cavalieri
(Comercio). Ausente Barrionuevo con aviso (lo reemplazó Dante Camaño, de
Gastronómicos), tampoco asistió Moyano, tal vez resentido por el movimiento de
pinzas (del que participó el Gobierno) que le impidió llegar al poder de la
AFA. De su sector sí estuvo Carlos Acuña (estaciones de servicio).
En los trece minutos que duró su discurso, que escuchó la
mayoría de los gobernadores que venían de su reunión por la coparticipación
(ver página 6), Macri detalló la manera en la que se repartirán los fondos: $
8000 millones para la creación de la cobertura universal de salud, que cubrirá
a 15 millones de argentinos; $ 2704 millones en efectivo para pagar las deudas
con las obras sociales por tratamientos de alta complejidad que ya se
realizaron; creación de un fondo de emergencia ante una catástrofe natural o
epidemia, por un valor de $ 4500 millones; la derivación de $ 14.000 millones
para la compra de bonos del Tesoro, cuyos intereses servirán para financiar el
pago de prestaciones médicas. También anunció el envío al Congreso de un
proyecto de creación de una agencia para determinar tratamientos, evitar
sobreprecios y "bajar los costos del sistema".
¿Se moderarán los reclamos con esta nueva distribución del
dinero? "Tenemos que tomar tema por tema. La caja es una parte, pero es la
plata de los trabajadores, tenemos que saber administrar el dinero de esos
trabajadores para darles estos beneficios. Hoy se dio un paso adelante
importantísimo", dijo Lingeri al finalizar los anuncios.
En el Gobierno también había satisfacción y guiños al
sindicalismo. El ministro de Salud, Jorge Lemus, destacó a LA NACION la
colaboración de la dirigencia sindical, que "desde un principio apostó a
llevar adelante esta estrategia de cobertura universal y mostró claramente que
puede extender su vocación solidaria hacia los más necesitados".
Su par de Trabajo, Jorge Triaca, minimizó la elevación del
tono de muchos sindicalistas en las últimas semanas. "Tienen derecho a
llevar adelante sus reclamos, pero a través del diálogo se han resuelto muchas
cosas, tal vez más en estos siete meses que en los 12 años anteriores",
afirmó el ministro. Mario Quintana, el vicejefe de Gabinete y responsable de la
última negociación con los gremios, también se mostraba contento al terminar el
anuncio oficial y hablaba de una "distribución más equitativa" de los
fondos destinados a la salud.
Fuera del alcance de los micrófonos, desde el Gobierno
explicaban las ausencias de Moyano y su candidato a conducir la CGT, Juan
Carlos Schmid, en clave política. "Es lógico que protesten si hay
inflación. Además, está la pelea por ver quién conduce", explicó un alto
funcionario.
Los abrazos y besos en las mejillas entre Macri y los
sindicalistas marcaron el final de un acto bastante parecido a una tregua. El
tiempo dirá si el acuerdo sirvió para atenuar los ánimos y las protestas
sindicales.
Fuente: La Nación